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La Lactosa
La lactosa, la proteína de la leche y el ácido láctico de origen animal, se está utilizando desde hace mucho tiempo a modo de conservante y estabilizador en la mayoría de los productos que consumimos de las grandes superficies y la industria farmacéutica en multitud de fármacos. Y la razón no es otra, que es el más barato que existe.
El abuso excesivo por parte del consumidor por una mala información que nunca ha interesado que salga a la luz, ha propagado en los últimos años que miles de personas desde bebés que lo traen congénito, hasta las adultas, desarrollen intolerancias y alergias derivadas de un compuesto que por su naturalidad es de origen ácida y con ello, es precursora del desarrollo de todas las enfermedades entre otras cosas.
El ser humano, al igual que cualquier animal mamífero, en el periodo de lactancia mientras los jugos gástricos del estómago aún no están formados, la lactosa ingerida pasa directamente al intestino delgado donde es procesada a través de la enzima de la lactasa.
En este periodo, es cuando se ingiere todas sus propiedades y beneficios para desarrollarnos en todo nuestro conjunto. Fortalece los huesos y los dientes junto con el desarrollo del sistema inmunológico entre otras cosas.
La lactosa es un carbohidrato de gran importancia en la alimentación del recién nacido o del lactante, ya que suministra galactosa, que es un componente esencial de los mucopolisacáridos de la pared vascular, de los galactósidos de la membrana celular y de los gangliósidos y cerebrósidos del sistema nervioso.
El problema radica cuando el bebé empieza a comer otros tipos de alimentos en su crecimiento y es cuando se forman los jugos gástricos. Tenemos un gen regulador programado que se encarga de determinar el momento de la reducción de la síntesis de
la lactasa intestinal, y es por el cual, que llega el momento en el que no digerimos como debiéramos la proteína de la lactosa.
Hay muchos casos de familias donde siguen sobrealimentado al niño con derivados lácteos una vez que se ha desarrollado, aumentando considerablemente un exceso de calcio en el cuerpo que no puede ser absorbido en su totalidad, creando con ello en algunos casos cálculos renales.
Estos cálculos de calcio han de ser eliminados por el organismo. Para contrarrestarlo, lo compensa tirando del calcio de los huesos y dientes absorbidos en la lactancia y poder eliminar así el exceso. Tenemos la creencia que por dar más leche o derivados de ésta, estamos alimentando mejor a nuestros hijos y es todo lo contrario. Lo que estamos consiguiendo, es malgastando a tan corta edad, elementos tan esenciales como el calcio para prevenir futuras patologías degenerativas a nivel óseas entre otras.
Si a eso le añadimos, que ya no sólo nos encontramos la lactosa en la leche y sus derivados, sino que además, nos la colocan a modo conservante en todos los productos,estamos llevando al cuerpo diariamente a un sobreesfuerzo que desencadenará en las múltiples alergias e intolerancia que la sociedad está padeciendo. Las comidas en general se hacen más pesada, las digestiones más lentas y es por la dificultad que tenemos en digerirlas, llegando a ser tan perjudiciales para la salud.
Dentro de la enfermedades más comunes por un exceso de lactosa están:
-Enfermedades autoinmunes como: artritis, lupus, cáncer, migraña, fibromialgia.
-Colon irritable.
-Dolores articulares.
-Dolores de estómago, reflujo y acidez.
-Problemas circulatorios.
-Alergias.
-Diabetes juvenil.
-Enfermedades como el asma.
-Acumulación de mucosidades en el aparato reproductor femenino y auditivo.
-Calambres, hinchazón, gases intestinales y sobre todo diarreas, etc.
Todas estas enfermedades y muchas otras, se han ido desarrollando en gran parte de la población por un control pésimo y acomodado de los órganos competentes de la salud, velados principalmente por los interese económicos. Si somos lo que comemos, en la actualidad somos en gran medida: acidulantes, conservantes, estabilizantes, colorantes, proteína de leche y lactosa, etc.
El 80 por ciento de los alimentos que nos podemos encontrar comúnmente en los establecimientos con estos tipos de conservantes son: cualquier embutido, pates, purés, sopas, pastillas de caldo, conservas de pescado, harinas, sucedáneos del huevo en batidos, flanes, pan rallado, pan precocinado, pan normal, toda la repostería, galletas, cereales enriquecidos, alimentos precocinados, masas de pizza, hasta leche de soja con trazas de leche, margarinas supuestamente vegetales, o que creíamos que eran vegetales, pastas, tomate frito, salsas y aderezos de ensaladas en general, mahonesas, cremas, casi todos los productos congelados, prácticamente todo tipos de carnes supuestamente fresca, fritas o elaboradas, cinta de lomo adobado, picadillos, salchichas, dentífricos, etc.
Dentro de los medicamentos, la encontramos también en: muchísimos antibióticos, antiácidos, antidepresivos, calmantes, antihistamínicos, jarabes para la tos, etc.
Para aportar a nuestro organismo el calcio óptimo necesario, deberemos adquirirlo de alimentos de origen vegetal principalmente. Tales como: garbanzos, judías blancas y verdes, habas secas, acelgas, cardo, espinacas, puerros, lentejas, alcachofas, coles, repollo, higos secos, nueces, pistachos, dátiles, pasas y aceitunas entre otros.